
El estreno de la bioserie Chespirito: Sin querer queriendo no solo ha revivido la admiración por Roberto Gómez Bolaños, sino también el interés por su vida personal. Uno de los momentos más impactantes de la serie es la representación del fin de su matrimonio con Graciela Fernández, su primera esposa y madre de sus seis hijos.

La decisión de dejarlo todo
En 1989, luego de su separación definitiva, Chespirito decidió dejarle a Graciela todos los bienes que habían compartido. Esta revelación fue confirmada por el propio actor en su libro de memorias, Sin querer queriendo. Motivado por un profundo sentimiento de culpa, Gómez Bolaños le entregó en propiedad las dos casas que habían construido juntos, varios terrenos, el mejor de sus dos coches, todos los muebles y objetos personales de gran valor.

“El sentimiento de culpa actúa como un fiscal implacable”, escribió, dejando ver lo difícil que fue para él el proceso de separación. Su relación con Graciela, según narra, se fue deteriorando con el tiempo mientras su vínculo con Florinda Meza se fortalecía.
Graciela Fernández, de origen argentino, conoció a Roberto cuando tenía 15 años. Se casaron en 1968 y estuvieron juntos hasta 1989. Tras el divorcio, ella optó por alejarse del ojo público. Falleció en 2013, a los 84 años.